El 13 de noviembre de 1405, Domingo Pérez de Corrales, vecino de Cumbres de San Bartolomé, aldea de Sevilla, denunció que teniendo sus puercos en el monte del Andevalo, habiéndolos metido "después que fue desacotado" y estando allí los de Niebla y otros sevillanos, los almojarifes le secuestraron 9 "puercos y puercas", acusándole de haber entrado a la bellota, en tiempo de veda. Quiso pleitear ante el alcalde de Niebla, pero no fue escuchado, por lo que acudía a los ediles de su capital, en demanda de ayuda. Se la prestaron, advirtiendo a los de Niebla que al ser francos de pena todos los ganados de la Hermandat, debían devolver los puercos, en aras de la paz, pues "al ser de otra manera, a nos es forzado de remediar sobre ello, para que los vecinos de Sevilla y de la tierra, no sean agraviados".